12/10/2008

Garfio y el tic-tac del cocodrilo

El capitán James (¿Tiberius?) Garfio es un villano con el que se puede simpatizar. Aparte de ser el mejor vestido de todas las historias de Peter Pan, de ostentar un bigotazo como Diso manda y tener un garfio de hierro en lugar de mano (lo cual es genial para rascarse o sacarse legañas, digan lo que digan), las motivaciones de Garfio no podrían ser más correctas para alguien que cumple años.

El enemigo natural de Garfio no es Peter Pan. Pan es sólo una molestia constante y su aguafiestas personal. Lo que realmente le jode la vida al buen capitán es el tiempo. No estoy tan seguro de si esto se plantea en la obra de Barrie, mas bien tomo la idea de Hook (y mira que para referir una película de Spielberg tiene que haberme gustado). En la historia, el cocodrilo que se comió la mano de Garfio tiene un reloj en sus entrañas, y el pirata tiembla de terror cada vez que escucha el tic-tac. Viendo el gran plano de la obra, el antagonista del niño eterno le teme al tiempo que amenaza con devorarlo, consumirlo, terminar con sus aventuras, y lo peor de todo, tomarlo por sorpresa. Porque puedes afrontar lo que sea si lo ves venir, por eso Pan es sólo una piedra en el zapato, que sabes dónde está y el alcance del daño que es capaz de hacer. Pero el cocodrilo es irracional, su poder es sobrehumano y letal, y sólo lo sientes venir sin saber de dónde. Un chasquido de sus mandíbulas y se acabó todo.

Señoras y señores: el MAL, según Hanna-Barbera.
¿Lo peor? Ahora traga relojes DIGITALES.

Diciembre siempre ha sido un momento complicado del año. Cumplo años el 10, lo que quiere decir recuento de qué responsabilidades nuevas me toca asumir en la casa o por mi cuenta. Durante 16 años he terminado mis clases menos de una semana después, así que recibía mis promedios del año esperando no haber caído demasiado esta vez. Luego llega la Navidad, y sólo los niños buenos reciben regalos. Y a rendir cuentas otra vez. Rematamos todo con Año Nuevo, reclamando tener ya listo un plan para lo que vendrá. Es un mes que llega muy rápido, sin avisar, y trata de atar demasiados cabos al mismo tiempo. La diferencia de que no hay dónde huir pero tampoco es el fin de todo. Pero es el mismo terror que sufre Garfio cuando oye el tic-tac del cocodrilo cada veintena de noviembre. Cuando el cuerpo ya no aguanta la ansiedad, se convierte en estrés, apatía y una ligera depresión.

Nada que no se cure con una buena resaca de uno de enero.

1 comentario:

  1. Ponte, a mi me suele pasar que a fin de año me da un no se que de que no cumpli todo lo que queria hacer y diciembre se vuelve una maraton de objetivos que debo cumplir como sea. Por ejemplo, una buena tocada, como la ultima vez (o mejor dicho una en la que la pase bien). Otra siempre es los cursos... por la putamadre, siempre los cursos, siempre diciendome a mi mismo que si hubiera estudiado "un poquito... solo un poquito" la hubiera hecho sin sustis (a veces ni con sustis la hago, algo q ha pasado ultimamente) .

    Voy a leer el libro. Que loco el Garfio oe.

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